miércoles, 18 de diciembre de 2013

 

EL BARÓN DE MONTESQUIEU (1689-1755)

Biografias

Para este noble francés los cambios en la sociedad no son obra del azar, sino de causas perfectamente determinadas. Afirma que toda situación social lleva en sí, el germen de la situación siguiente. En su libro “El espíritu de las leyes” expresa que existe una causalidad social que está dada por las leyes que rigen todo lo existente. Las leyes creadas por los hombres deben ser armónicas con las leyes naturales que rigen la sociedad. Sin embargo no cree que exista un total determinismo y considera que las leyes humanas deben variar de un país a otro y adecuarse a las condiciones físicas, a las costumbres, religión, etc. En definitiva es el hombre el que debe legislar usando su razón para lograr las mejores normas.
Según Montesquieu hay tres tipos de gobierno:
a) el gobierno republicano que es aquel en el que todo el pueblo o una parte de él tiene el poder. Puede ser una república democrática si todos tienen el poder y para Montesquieu sólo puede darse en ciudades pequeñas donde todos los vecinos pueden reunirse en la plaza para decidir que hacer. O puede ser una república aristocrática cuando sólo algunos gobiernan.
b) el gobierno monárquico donde gobierna uno sólo pero de acuerdo a leyes fundamentales que debe respetar.
c) el gobierno despótico, donde uno sólo gobierna pero de acuerdo a su capricho, sin leyes ni reglas, y donde el que gobierna es obedecido por el temor que infunde.
Para Montesquieu la mejor forma de gobierno, para su época, es la monárquica. Toma como modelo al gobierno inglés y sostiene que los poderes ejecutivo, legislativo y judicial deben estar separados y en equilibrio.

VOLTAIRE (1694-1778)
No fue un teórico y su obra es contradictoria; fue reconocido y admirado por sus contemporáneos y fue consejero de importantes personajes como la reina Catalina de Rusia y Federico II de Prusia.
 
Voltaire criticó con humor a la sociedad
 Voltaire (cuyo verdadero nombre era François Marie Arouet) pertenecía a una rica familia y había recibido desde niño una esmerada educación. Muy joven fue encarcelado por pelear con un noble. Viajó a Inglaterra y a su regresó publicó “Las cartas filosóficas” en las que expresaba su admiración por el sistema de gobierno de aquel país. La autoridad francesa condenó el libro y ordenó quemarlo así como arrestar a su autor.
Pero a pesar de esa admiración temprana por la monarquía limitada creía que una monarquía absoluta podía ser un buen gobierno sí los reyes escuchaban los consejos de los filósofos. Fue un precursor del despotismo ilustrado ya que consideraba que mediante la administración se podían corregir los males de la sociedad. Propone mantener el gobierno tal cual era haciendo algunas reformas como prohibición de detenciones arbitrarias, supresión de la tortura y de la pena de muerte, libertad de pensamiento, supresión de las aduanas interiores para permitir el libre comercio dentro de los países, mejorar el cobro de impuestos.
Fue un severo crítico de las costumbres de su época y especialmente de la Iglesia. Anticlerical y deísta, consideraba que la Iglesia era el sustento de la superstición y el fanatismo. Alababa la libertad religiosa que había en Inglaterra, donde  decía “...el hombre libre va al cielo por el camino que le conviene”. Era partidario de una religión natural, es decir de la creencia en dios o la providencia y en la inmortalidad del alma, pero sin ritos, ni dogmas, ni sacerdotes.
No creía en la igualdad social y consideraba beneficioso la jerarquización de la sociedad en clases sociales. Consideraba conveniente no desarrollar la educación de las clases bajas. En un carta a un amigo decía: “ ...Me parece esencial que existan mendigos ignorantes, no es al peón a quien hay que instruir, sino al buen burgués, al habitante de las ciudades. Cuando el populacho se mete a razonar, todo está perdido...” . Nadie mejor que Voltaire expresa los deseos de la alta burguesía de su época.

JUAN JACOBO ROUSSEAU (1712-1778)
 
Rousseau desconfiaba de los gobiernos
 La vida y las ideas de Rousseau se diferencian claramente de otros de los filósofos de la Ilustración. De origen humilde y autodidacta en su educación, pudo encumbrarse en la fama gracias a su genio literario pero despreció la riqueza y la fama. Es el más radical de los pensadores del siglo XVIII y no comparte la fe en el progreso de la civilización que caracterizó a la Ilustración. Su principal obra fue “El contracto social” libro en el que expone sus ideas políticas.
Para Rousseau el hombre nace libre en un estado de naturaleza, donde vive como un salvaje, pero es un salvaje feliz. Vive con independencia respeto a los demás hombres. Pero la necesidad de conservación obliga a los hombres a abandonar su independencia y libertad absoluta para unirse y vivir en sociedad. Se produce entonces el contrato social, o sea los hombres renuncian a su libertad total y obtienen una libertad convencional que se rige por las leyes. Los hombres viviendo en sociedad forman el soberano que es el que tiene que hacer esas leyes.
Rousseau define a la soberanía como la voluntad general dirigida a obtener el bien común. Esa voluntad general se expresa a través de las normas creadas para permitir una mejor convivencia entre los hombres. Por lo tanto el soberano es el conjunto del pueblo y no el gobierno. La soberanía, o sea la voluntad general, la voluntad del pueblo, no se puede enajenar, ni se puede delegar en otros, por lo tanto no cree que el gobierno representativo sea adecuado: nadie puede representar al pueblo. La soberanía es indivisible, porque el interés del pueblo es uno sólo, por lo tanto Rousseau no está de acuerdo con la división de poderes. El poder ejecutivo lo que hace es aplicar la ley pero la ley sólo puede hacerla el soberano.
Para Rousseau el rey y el parlamento al estilo inglés no representan al soberano. Los gobernantes son sólo “comisarios” del pueblo, o sea hacen una comisión en nombre de aquel. “Cuando un pueblo se da representantes deja de ser libre” sostiene. A diferencia del inglés Locke, considera que el gobierno no surge del contrato social ni es parte de él. El pueblo debe gobernarse a si mismo. El gobierno debe ejercerse directamente por los hombres, como se hacía en la antigüedad. Rousseau ve con nostalgia las comunidades rurales pequeñas donde los hombres se reunían bajo un árbol a decidir su organización.Pero para eso se necesitan estados pequeños que no sean más grandes que una aldea y hombres que no sean ambiciosos. Rousseau observa que esa no es la realidad. El progreso, la civilización, la ambición, el egoísmo, han corrompido al hombre. En procura de obtener dinero los hombres se ocupan de sus asuntos personales y se desinteresan de los asuntos públicos delegando la soberanía en otros.
Sin embargo Rousseau no cree que se pueda volver a la época anterior al contrato social, al estado de naturaleza, del salvaje feliz. “No podemos quemar las bibliotecas y volver al bosque junto a los osos” señala. Por lo tanto se debe hacer un nuevo contrato o llegar a una forma de vida lo más parecida posible al período inmediatamente posterior al contrato.

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